El problema no es Luis Enrique

Parte importante de la cultura que rodea al FC Barcelona es fatalista. Pero este no es el caso. Andrés Iniesta declaró a los medios catalanes, tras el terrible partido ante el PSG, con derrota 4-0 incluida, que el mal rendimiento del equipo de Luis Enrique “no es cuestión de actitud, es cuestión de fútbol“. La frase encierra en su sencillez un problema mayúsculo que no podrá resolver el míster actual ni quien llegue a la institución, porque es consecuencia directa de una conducción fatal, con un resentimiento descomunal a todo lo que les recuerde a Johan Cruyff o a Pep Guardiola.

Bajo ese resentimiento atentaron contra el modelo blaugrana y vencieron. Con ellos bajó el Barça B a tercera, pero antes de ese episodio ya se habían dedicado a fichar futbolistas para el conjunto que debía servir de antesala al primer equipo. Mientras los Messi, Xavi, Iniesta y Busquets ganaban, desde las oficinas derrumbaban cualquier columna sobre la que se sostenía el exitoso modelo que ganaba admiradores en el mundo entero.

Una de las máximas de Josep Guardiola era que “si no encontramos lo que buscamos en casa, lo iremos a buscar fuera”. Con la victoria de Sandro Rosell llegó Andoni Zubizarreta, un hábil declarante que, entre tantas cosas, supo modificar la instrucción del entrenador hasta convertirla en un “Si no encontramos lo que buscamos fuera, trataremos dentro”.

El último partido de Guardiola al mando del club fue la final de la Copa del Rey, edición 2011-2012. La alineación para aquel partido fue la siguiente:

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Como se observa, de los once titulares, siete futbolistas pasaron por el fútbol formativo del Barça, y dos de los tres cambios también conocían las intimidades del juego de posición. Quienes llegaban a sumarse a esa propuesta aportaban sus particularidades, aquellas que no se conseguían en La Masía.

En el siguiente gráfico están todos los futbolistas que componían aquella plantilla:

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De los treinta y cuatro jugadores que vieron acción en la temporada 2011-2012, veintitrés habían recorrido algunas etapas en el fútbol formativo blaugrana, lo que representaba un 67%. No eran mejores ni peores futbolistas que los que hoy componen la plantilla que maneja Luis Enrique, simplemente comprendían mejor el sistema.

Pero hay un dato que es aún más revelador: los futbolistas que más minutos jugaron en aquel año fueron: Valdés, Álves, Mascherano, Puyol, Piqué, Adriano, Busquets, Iniesta, Fàbregas, Xavi, Messi, Pedro y Thiago. Los futbolistas resaltados en negritas representan a los “de la casa”. El porcentaje de influencia de los futbolistas educados por el club aumenta hasta un impresionante 77%.

Cinco años después, y con una junta que aparenta ser distinta -pero no lo es-, la plantilla actual está compuesta de la siguiente manera:

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De los treinta y tres futbolistas que han jugado esta temporada, quince han pasado por el fútbol formativo. Incluyo en esta lista a Denis y a Aleix, aunque su recorrido fue corto. El promedio es de 45%, lo que supone una baja de más de 20 puntos con respecto al último curso al mando de Guardiola.

Pero el dato que sentencia a la conducción actual es el del reparto de minutos. Los futbolistas más utilizados por Luis Enrique son: Ter Stegen, Sergi Roberto, Jordi Alba, Piqué, Mascherano, Busquets, Rakitic, Luis Suárez, Messi, Neymar Jr, André Gomes, Umtiti y Denis. Iniesta se perdió parte importante de la temporada y por ello no clasifica. De los trece, apenas seis se educaron en el “idioma Barça”, un porcentaje de 46%.

Seguramente muchos encontrarán como el gran responsable a Luis Enrique, pero, si se me permite, pretendo levantar la mirada e ir más allá: quizá el ascensorista no tiene pasajeros capaces de asumir el reto. Defiendo la tesis de que el entrenador ha tenido que ir al mercado exterior por no encontrar soluciones en casa.

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El diez de enero de 2011, Martí Perarnau publicó el libro “Senda de Campeones”. Además de hacer un análisis exhaustivo del “idioma Barça”, el periodista y escritor se atrevió a dejar una lista de lo que él llamó “Las joyas de la corona”.

Escribió Perarnau: “Bastantes caerán en mitad del camino, e incluso algunos, en mitad de la nada. Muchos habrán sido los llamados y muy pocos los elegidos para completar la corona“. A cinco años de aquella publicación, asusta revisar aquellos nombres.

No pretendo hacer una revisión completa, sí voy a sumar los nombres de aquellos cincuenta que se han establecido en el primer equipo, sin discriminar entre titulares o suplentes.

Jordi Masip, Martín Montoya, Marc Bartra, Sergi Roberto, Thiago, Rafinha, Cristian Tello, Isaac Cuenca y Sandro Ramírez. De todos estos futbolistas, solo Masip, Rafinha y Sergi se mantienen en la disciplina blaugrana. Y de los que debutaron tras la etapa Guardiola, ninguno, léase bien, ninguno se ha consolidado en el primer equipo.

Insisto: si Luis Enrique ha tenido que buscar afuera antes que revisar en casa, puede que el problema esté justamente en cómo se hacen las cosas en la casa blaugrana.

Volviendo al presente, la derrota en París seguramente encenderá las alarmas, pero no por los motivos correctos. La goleada quitará el sueño a los dirigentes porque su modelo quedó expuesto ante el mundo como contrario a lo que predican. El Barcelona no pudo refugiarse en el juego porque aquel desapareció de los anaqueles, motivado por la dependencia del tridente y la ausencia de respuestas Made in Barça. Si las respuestas a las interrogantes son André Gomes o Ivan Rakitic, muchas veces, por la calidad individual y el nivel competitivo, se conseguirá el objetivo, pero ante las grandes noches, la superioridad no será la misma de antaño.

No es un tema de calidad individual sino de software, y este, abandonado y repudiado por los conductores de la institución, no reaparecerá por arte de magia.

Puede que me equivoque, pero la travesía por el desierto apenas parece estar en sus primeras noches. Puede que retornen los triunfos, pero el estilo, ese carnet diferencial, no aparece.

Fotografías cortesía de http://www.eumd.es/