Seguimos perdiendo perspectiva cuando consideramos al jugador de fútbol como un ser individual, que actúa como si no dependiese del sistema de relaciones donde queda inmerso. De este modo, y entregados a los placeres reduccionistas, se pone en marcha el entrenamiento individualizado. Se miden las distancias recorridas por el jugador con medios sofisticadísimos, las intensidades de sus desplazamientos, para acondicionar el entrenamiento a dichos resultados.
Así, cada futbolista tiene diseñado su propio plan de entrenamiento, en función de lo que hace en la competición. Pero siempre desde parámetros fisiológicos…
Oscar Cano Moreno