Naufragio catarí: Día 14

-. El mundial es la fiesta de hinchas, espectadores, público, las grandes empresas y el periodismo. No es la de los futbolistas ni la de los entrenadores, aunque sean ellos los protagonistas del sarao que monta FIFA cada cuatro años. El calendario del evento catarí es la mayor prueba de que ninguno de estos invitados a esta celebración se ocupa de la comodidad de las estrellas del juego. Lionel Scaloni se quejó, y con toda razón, del escaso tiempo que tuvo para preparar el duelo de octavos de final ante Australia, ya que su equipo apenas tuvo dos días completos para prepararse. Debe recordarse que el cansancio del futbolista no es únicamente físico sino que afecta al cerebro, ese músculo en el que se cuecen todas las decisiones que toma cualquier ser humano. La fatiga cognitiva es el desgaste posterior a un episodio que requiere máxima atención y concentración, y que como cualquier otra muestra de agotamiento, requiere tratamiento. Pero FIFA y sus sabios integrantes del Comité Técnico prefieren ver hacia otro lado. Dos días, léase bien, no es un período suficiente para ocuparse del agotamiento de un futbolista que se encuentra inmerso en una dinámica competitiva de alta exigencia. Tampoco debe olvidarse que en otros contextos, algún aspirante a gran entrenador echó a renombrados especialistas en recuperación de lesiones porque según su criterio, ellos eran los responsables de esos accidentes, obviando el papel de los condicionantes emocionales en la salud del ser humano. Volvamos al caso argentino para comprender cómo FIFA y sus empleados desprecian al futbolista con el calendario. El futbolista, tras un partido como el que enfrentó a los argentinos y polacos, vive una fuerte dificultad para conciliar el sueño. Esto, además del desgaste físico, obliga a que la sesión de entrenamiento tras ese duelo esté enfocada en la recuperación y los trabajos sean de menor exigencia. A esto hay que sumarle una creencia dentro del fútbol de alta competencia que indica que es en el segundo día tras el partido cuando el jugador siente de manera más fuerte los rigores del agotamiento. Aún así, para Scaloni, ese día fue la última oportunidad para entrenar de cara al partido por los octavos de final. En resumen, el seleccionador argentino apenas tuvo dos entrenamientos y estos se llevaron a cabo en los días que normalmente son clave para la recuperación. Sepa el lector que escribo estas líneas antes del partido y que las mismas no tienen como objetivo excusar al combinado sureño; mi intención es recordar que en mundiales anteriores sí se hacía una pausa entre la fase de grupos y el comienzo de los octavos de final; hoy en día, la nueva FIFA de Gianni Infantino no tiene mayor interés en proteger a los artistas y protagonistas del show. Otro argumento más, como la prohibición a cualquier manifestación en favor de los derechos humanos, a favor de quienes creemos que la industria del entretenimiento se impuso al deporte. Crece la deshumanización del fútbol que comandan los mercachifles de toda la vida.

-. En la sencillez se esconde una gran cuota de belleza. El gol de Lionel Messi a Australia fue eso, la finura de algo que para él es natural. Ni un gesto demás ni la búsqueda obstinada de la potencia; un disparo raso, colocado, de trayectoria perfecta. Messi es la costumbre de lo sencillo. Podría destacarse que Argentina cambió y que sus laterales interpretaron correctamente la responsabilidad de ensanchar el campo y hacerlo a diferentes alturas; estuvo también un renacido Alejandro “Papu” Gómez que intentó asociarse con todos y no solamente con el diez, y, cómo no, Julián Álvarez, que con algunos de sus movimientos hizo recordar al eterno Adolfo Pedernera cuando Carlos Peucelle le sugirió salir del encierro que le proponían los centrales rivales para adentrarse en el juego de sus compañeros. Sin embargo, hoy esto va de Messi y la facilidad para brillar dando la sensación de ser un economista de sus esfuerzos. El siempre admirable Alejandro Dolina dijo, en relación a la comparación entre Maradona y Messi que “Maradona es un héroe clásico. No es un tipo que salva a un gatito que está en un árbol. Es un tipo que pone todo lo que tiene en defensa de algo, lo conectas con un héroe clásico, incluso en sus errores y en su signo trágico. Messi no tiene épica, está por encima de eso. Está por encima de los vaivenes del héroe. Es tan bueno Messi que no necesita gestos heroicos, no necesita tanto. A Diego cada gol le costaba mucho más que a Messi, por eso lo amamos, por eso nos gustan más sus goles. Son más complejos. Los goles de Messi son muchísimos y es tan bueno que no necesita más que eso. No necesita ser un héroe para hacer ochocientos goles. Messi es una persona más propia de la eficiencia de nuestros tiempos, es más bien una maravilla técnica”. Mientras la banalidad llena horas debatiendo inútilmente si el capitán argentino es mejor que otros, le pido al lector que vea nuevamente el gol ante los australianos y piense en la economía según Messi, en la sencillez para crear un hecho tan bello como eficaz.

“¿Donde está la belleza? Allí donde uno tiene que querer con toda la fuerza de voluntad; allí donde uno quiere amar y perecer, para que tal imagen deje de ser nada más que imagen. Amar y perecer; desde todas las eternidades lo uno está ligado a lo otro”. Friedrich Nietzsche