Naufragio catarí: Día 7

Ni un día ha pasado de la Copa del Mundo sin que se hable de preparación física. No del estado físico sino de la preparación. Pasan los años y esa masa de pensamiento homogéneo que se presenta como expertos en fútbol no encuentra otra muletilla diferente. Si no hay nada que decir pues se habla de preparación física. El estado físico del futbolista está relacionado a su salud, a la aptitud que lo avala para jugar cuando deba hacerlo. Para conocer esa idoneidad basta con estar atentos a los comunicados que emergen de los cuerpos médicos de cada equipo. Pero, en cuanto a la preparación física, ¿cuáles son los parámetros científicos que nos habilitan a hablar de ella con tanta ligereza? Pongamos un ejemplo muy común: la recolección de datos que se lleva a cabo tras un entrenamiento o un partido permite a los entrenadores y a su staff tener una idea más clara del rendimiento de cada jugador, no obstante que éstos se acumulan y estudian posterior al evento, desde diferentes tribunas, sin la preparación mínima ni el acceso a esa información, se debate sobre ese aspecto con una altanería exclusiva de nuestra especie. Aún así, se hace necesario desmitificar a la preparación física para de una vez por todas asimilar que en realidad, el trabajo no es físico sino futbolístico.

Póngase atención a las palabras de Francisco Seirul.lo del año 2009: “Hacer algo que no acontece en el juego es ridículo., por esto, no podemos pensar que el futbolista mejora su resistencia corriendo en la playa, sino que en todo caso mejorará su salud, ¡y la salud es buena! Y si estás en un gimnasio haciendo pesas, sucede lo mismo, no puedes decir que estás entrenando la fuerza para el fútbol, ¡es imposible trabajar la fuerza para el fútbol en un gimnasio! Ya que en un contexto tan complejo como es el juego del fútbol, no podemos mejorar obviando esta complejidad.” Por otra parte, José Mourinho (2003) también se ha manifestado sobre este escabroso asunto: “La forma no es física,a forma es mucho más que eso. Lo físico es lo menos importante para alcanzar la forma deportiva. Sin organización y talento para explorar un modelo de juego, las deficiencias son explícitas, pero poco tiene esto que ver con la forma física.” Uno puede preguntarse algo tan básico como para qué entrena un futbolista y rápidamente se concluirá que para jugar al fútbol. En este juego, hay una serie de interacciones y reacciones que evitan la linealidad con la que se pretende explicar el rendimiento de un equipo o un jugador.

Rafel Pol, licenciado y doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, y “Preparador Físico” de la selección española respondía, en 2017, ante una pregunta sobre el objetivo de su área de trabajo lo siguiente: “Eso de los picos de forma daría para un debate muy largo, pero es un poco un mito extendido en muchos ámbitos. Al final, el objetivo de la preparación es que el entrenador pueda tener, los mayores días posibles del año, a los veintipico jugadores que seamos en condiciones para realizar lo que él les exige para nuestra forma de jugar. A partir de ahí, ¿qué significa un pico? Muchas veces, en los partidos en los que pierdes y da la sensación de que el equipo ha estado peor, cuando tu miras los datos físicos, físicamente ese partido ha sido mucho más exigente, el jugador ha dado más. Sería casi contradictorio que en los momentos en los que el equipo da la sensación de estar peor a veces es cuando más corre y en los momentos en los que está mejor no tiene tanta exigencia”.

Pensar el juego no es repetir cifras de kilómetros recorridos ni especular sin evidencia alguna sobre el agotamiento de los futbolistas, más aún cuando, como en toda actividad cooperativista que realice el ser humano, es el cerebro el músculo que sufre mayor desgaste. Vivir el juego es intentar adentrarse en la comprensión de qué hizo, cómo lo hizo y en función de qué acontecimientos el futbolista recorrió la distancia que publican los medios. Ese es el primer paso para desterrar tanta inmundicia que nada dice de fútbol y que únicamente ayuda a rellenar espacios mediáticos, así como satisfacer otra de las grandes miserias de la especie: hablar sin saber de qué carajo estamos hablando.

“Un espantajo turbioUn despiadado másCaníbal de operetaPedazo de pendejón
Indio Solari y Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado.