El mejor Barça no se construyó en torno a un futbolista. Fue la consecuencia de la ejecución de una idea. Las ideas no son estáticas sino que tienen vida propia. Por ello es clave pensar en la gestión.
Aquel modelo murió, la idea no. Esta sigue viva y vigente. Se puede volver a ella pero no bajo la conducción de quienes la fusilaron mientras brindaban por el exilio del penúltimo guardián del credo blaugrana.
El concepto nunca fue la posesión ni jugar para Messi. La primera era una herramienta, fundamental, pero herramienta al fin; Messi era la guinda del pastel, no el alfa y omega del ser azulgrana.
Las ideas nunca mueren. Aunque se les envíe al más frío de los confinamiento, estas siempre están. Solamente es necesario que algún valiente tenga la humildad suficiente para rescatarlas.