Una de las primeras instrucciones que se dan en el fútbol formativo es que los jugadores deben “cerrar” cuando se está jugando por el costado opuesto al que ocupan. Es por ello que normalmente se puede observar que, tanto laterales como extremos, centralizan su posición cuando el balón recorre espacios contrarios a su ubicación. Sin embargo, este tipo de instrucción se fue convirtiendo en una verdad absoluta, eso que llaman un “automatismo”, y que apenas sirve para alejar al jugador de la comprensión del juego: cuándo y por qué deben realizarse determinadas conductas.
La ubicación del futbolista en el campo de juego obedece, idealmente, a una serie de factores. Se pueden contar entre ellas a la intención de su equipo, a la incidencia que tiene la interacción del oponente, a la distancia entre él y la pelota y, como si fuera poco, a la dinámica misma de un juego que es incontrolable en su totalidad. Es por ello que la ubicación, un concepto definido como “lugar en el que está ubicado algo” es circunstancial; el fútbol, estimado lector es circunstancia.
Este concepto ha ayudado además para que Juan Manuel Lillo diese una vuelta de tuerca a la idea que se conoce como “Juego de Posición”. Lillo, en el libro “Pep Guardiola, la metamorfosis” de Martí Perarnau, aclara que ubicación es un término que engloba a otros dos, fundamentales para entender el “JdP”, como son posición y situación. El lector puede reconocer inmediatamente la mención a la palabra situación y no debe sorprenderle, ya que estamos hablando de fútbol: tanto la pelota como los futbolistas están siempre en movimiento, creando y generando nuevas realidades. Nada es igual y nada será lo mismo.
Sirva esta introducción para hablar de los laterales del Atlético de Madrid. Tras observar al equipo de Diego Simeone se puede exponer que las conductas y respuestas de Kieran Trippier son totalmente opuestas a las de Renan Lodi. Con esto, debo aclarar, no me refiero a sus perfiles ni a las formas que tienen de finalizar sus avances. La vista la he puesto en su ubicación en el campo de juego, especialmente en la fase en la que el equipo colchonero dispone del balón.
El lateral británico no muestra, hasta los momentos, un patrón fijo. En sus proyecciones alterna cerrar su posición con mantenerla. Esta última variante ayuda a su equipo a “descomprimir” la reorganización defensiva del oponente, ya que, cuando menos, obliga a uno de los futbolistas contrarios a dividir su atención entre dos objetivos: la ubicación de la pelota y la de Trippier.
Por su parte, Lodi cierra hacia el centro constantemente, creyendo que de esa manera se acerca a “la jugada”, descuidando la posibilidad de que ese movimiento de aproximación a un compañero atrae a un oponente a la zona en dónde está el balón. Al mismo tiempo, esta acción del brasileño, una que se puede observar en jugadores cono Isco Alarcón, reduce el campo de juego para los suyos y para el rival.
No me atrevería a afirmar si estas conductas tan opuestas son parte de una estrategia o responden primordialmente a las características y el sentir de cada jugador. Sin embargo, no me parece una osadía sugerir que, ya que al Atleti le cuesta tanto construir situaciones reales de gol -con ello me refiero a aquellas en las que la defensa o el portero rival sean realmente exigidos-, quizá deba observar con mayor ahínco el juego de sus laterales para encontrar una posible solución a su juego.
Cuando Trippier elige no cerrar sino sostener su posición le da su equipo dos probables ventajas: a) la disyuntiva entre quedarse o cerrar haría de su marcador un futbolista que, ante la vacilación, llegaría tarde a cualquier situación; y b) la ubicación del británico sugiere una ampliación del espacio de ataque. No se olvide que, tal como sostiene constantemente Marcelo Bielsa, a los equipos de fútbol les es ideal atacar en espacios amplios y defender en espacios reducidos.
Hace unos días publiqué un episodio de mi podcast (https://open.spotify.com/episode/5fpz3mlo8iYMdU1pSEy56D?si=2FDUd5lhSH2tXvfSMe9XPQ) en el que planteaba que el juego de los laterales era una de las tantas variables que ayudan al intento de comprender la identidad de un equipo. Sirva este post para alargar la discusión y agregar lo que en estas líneas expreso, agregando además otro ítem: si el fútbol es circunstancia, ¿por qué nos empeñamos en hacer del futbolista una especie de ejecutor de ordenes?
Seguimos..