El talento y el reduccionismo

Le pido al lector que haga un poco de memoria y recuerde cada selección que a continuación le presento. Entre paréntesis está la edición mundialista a la que pretendo remitirle: Brasil (1982); Colombia (1994); España (1998); Argentina (2002); Francia (2002); Serbia y Montenegro (2006); Francia (2010); Italia (2010); España (2014); Croacia (2014); Italia (2014); Portugal (2014).

Una vez hecho el repaso, le pregunto, ¿acaso esas selecciones no poseían futbolistas talentosos? Entonces, si aquellos equipos poseían futbolistas talentosos, de los mejores de su tiempo, ¿cómo se explica que no triunfaran?

Podría hacer una larga y pesada enumeración de los factores que influyen en el rendimiento de un colectivo. Además de incompleta, esa lista tampoco gozaría de total credibilidad, debido a que cada episodio es único e irrepetible; sus componentes, así como el grado de influencia que ejercen en cada muestra, nunca podrán reproducirse o copiarse sin que sean modificados.

Pero el punto a discutir es el talento.

1507582978_585585_1507583028_noticia_normal

Talento tiene que ver con las posibilidades innatas, naturales, de conseguir algo. Se nace con determinado(s) talento(s) y es el poseedor de esa(s) virtud(es) quien decide si cultivarlo o dejarlo morir. No existe mérito alguno en la sola posesión de cualidades.

Todo lo contrario sucede con quienes toman la decisión de multiplicar aquello que la naturaleza, la genética o el azar les dio. Pero quien no tiene en su ser esas facultades jamás podrá obtenerlas. Se mejora lo que se posee, pero el talento es intransferible.

Corren versiones, en medio de la insoportable idiotez que obliga a elegir entre Cristiano Ronaldo o Lionel Messi, de que el portugués es trabajo y el argentino talento. Nada más alejado de la realidad; cada uno ha explorado y explotado virtudes propias, no potencialidades compradas o traspasadas.

Así mismo, el talento se ha convertido en una respuesta rápida, casi automática, para justificar o hacer que explicamos lo que desconocemos. Estos expertos en lo divino, al verse imposibilitados de justificar lo que no comprenden, como la eliminación de la selección alemana en el mundial ruso, recurren, con una sospechosa agilidad, a la ausencia de talento de su entrenador o de alguno de sus futbolistas.

El mismo argumento se emplea para definir las carencias de todos los demás eliminados.

Por alguna razón que desconozco, y que probablemente tenga que ver más con la educación que hemos recibido y que nos ha llevado a ser grandes reduccionistas, el aficionado explica el deporte, el éxito y/o la derrota, como la consecuencia natural y lógica de la acumulación de talento o la falta del mismo, dejando de lado la influencia de factores tan determinantes como el estudio, el entrenamiento, la preparación, la suerte, el error propio y del contrario, el contexto, etc. Reducimos una actividad colectiva a lo mínimo, es decir, a cuotas de talento que por cierto, nadie puede medir.

juliovelascoofargentina_8

Julio Velasco, entrenador argentino de vóley, exponía su propia versión sobre la inclinación a justificar y explicar los triunfos a partir de esas cuotas de talento:

Ese mundial (NR: de vóley de 1982) dejó cosas muy positivas, pero dejó alguna negativa… La negativa es que se empezó a usar una palabra, demasiado para mi gusto, en la Argentina, que es la palabra talento. Una de las conclusiones fue que parecía que ese equipo había nacido del descubrimiento casi azaroso de seis, siete u ocho talentos que nadie sabía de dónde habían salido, y que con el genio de un entrenador extranjero habían logrado una medalla de bronce por primera vez… En realidad, ese equipo estuvo por dos años (los jugadores) a disposición exclusiva de la selección nacional. ¿Con qué dinero? Con el dinero de los padres de los jugadores, porque no les pagaban nada. No les pagaban ni el viaje en micro (bus). ¡Cero! Los padres pagaban”.

El crecimiento exponencial de tribunas y el aprovechamiento de estas por pseudo especialistas no ha hecho más que desvirtuar la figura del observador hasta convertirlo en analista. Hoy nadie habla del juego, mucho menos de la complejidad del mismo. Complejidad hoy es asumida como un sinónimo de dificultad, de la misma manera que talento es el causante del éxito.

Es muy jodido hacer comprender que no existe, en los procesos de los sistemas dinámicos abiertos, esa causa=efecto con la que hemos crecido. Sin embargo, la pelea hay que seguir dándola, así sea desde esta insignificante trinchera.

Fotografías encontradas en Internet. Crédito a quién corresponda