A propósito de Diego Costa

AUTRAN-5

Es una obviedad decir que la introducción de un nuevo elemento en un sistema modifica a ese organismo, de la misma manera que genera una nueva versión de ese novedoso integrante. Ahora bien, el objetivo, o la meta si así se prefiere, es identificar esas pequeñas modificaciones que confirmarán que aquel viejo sistema no será más.

La vuelta de Diego Costa al Atlético de Madrid supone una fabulosa noticia, no solo para los seguidores colchoneros, sino para todos aquellos que ven en la plantilla rojiblanca mayores posibilidades de crecimiento futbolístico.

El argumento más repetido en estos días es que con “La Pantera”, el club de la capital española mejorará su faceta ofensiva, pero esto no es más que un reduccionismo, ya que la evolución nunca puede ser medida en apartados; hay que hablar de mejora futbolística.

Si un equipo ataca mejor, y lo hace por más tiempo, estará cada vez más lejos de su propio arco, lo que se traduce en un conjunto que sufrirá menos ocasiones del rival. Si esta versión del Atlético consigue que sus ataques se prolonguen y no sean sólo fulgurantes arranques (cómo se vio ante el Getafe), podría intuirse que llegar al arco de Jan Oblak será cada vez más complicado, por no decir imposible.

No olvidemos que el equipo de Simeone se siente cómodo defendiendo como un bloque muy compacto cerca de su propia área, e incluso dentro de ella. A sus defensores no les interesa aquello de salir organizadamente desde su propio arco, y ahora, con el hispano brasileño la salida en largo tendrá nuevas y renovadas probabilidades.

Con Costa, Atlético gana, como muchos dicen, un faro, una referencia, alguien con las características perfectas para pelear con los defensores centrales rivales esos envíos aéreos, pero también, y esto no es menos importante, retorna al equipo un futbolista que sabe aguantar muy bien el balón a la espera de que lleguen sus compañeros, lo que en principio beneficiará el aporte goleador de Antoine Griezmann y el resto de los futbolistas colchoneros.

Esto no es poca cosa. El Atleti, como ya viene siendo costumbre, ha exprimido hasta más no poder su eficacia en las dos áreas: con pocas llegadas convierte el gol necesario y sabe repeler perfectamente a los ataques contrarios. Pero esto, en un juego complejo e incontrolable como el fútbol es equivalente a caminar sobre un alambre o bailar con el demonio.

Los números no mienten: en 18 partidos, los rojiblancos han anotado 27 tantos, un promedio de 1,5 goles por partido. El máximo anotador es Griezmann con 5 goles. Si a ello le sumamos que apenas ha recibido ocho anotaciones, el argumento anterior cobra fuerza. Es por ello que la vuelta de Costa simboliza un cambio en el estilo de Simeone.

Idealmente, la delantera la integrarán Costa y Griezmann. El primero se ubicará entre los dos centrales contrarios, empujándolos hasta su propia área o sacándolos de ella, siempre dependiendo de la dinámica propia del juego. Esos movimientos permitirán que tanto el francés, los volantes o cualquier otro jugador rojiblanco gocen de más oportunidades de acercarse al área rival, mejorando las relaciones espaciotemporales, algo que solamente puede beneficiar a al club que sepa sacar provecho de ello.

Para resumir: con Costa, Simeone gana un delantero centro con virtudes muy beneficiosas para su idea. Peleador e insoportablemente testarudo, Costa convertirá goles, pero también “liberará” a Griezmann, de la misma manera que alimentará a los “llegadores” como Ferreira, Koke, Carrasco, Saúl, etc.

Fotografías cortesía de Antonio Díaz Madrid (antoniodiazmadrid.com)