El talento no lo es todo pero cómo ayuda. En el fútbol, esas cuotas de ingenio deben estar siempre al servicio del colectivo, de lo contrario solamente serán intentos sin mayores posibilidades de éxito. Por ello, cuando se habla, en el caso de la selección nacional Sub-20, de la influencia de Yeferson Soteldo, hay que tener en cuenta cómo se asocia con sus compañeros y el nivel de entendimiento de estos con él, y del 10 con ellos. Al habilidoso, al jugador distinto, hay que buscarlo siempre, y cuando se desconecta de la dinámica grupal, activarlo, hacerlo sentir parte de la dinámica del equipo.
No hablemos de posesión ni de porcentajes. En los primeros minutos fue notorio como Venezuela aguardaba los movimientos de Uruguay. No presionaba, sino que esperaba que se equivocara el futbolista que trasladaba la pelota, y la única reacción se producía en el momento en que los charrúas se acercaran al área. En esos minutos se llevó al extremo aquello de entregarle protagonismo al rival para aprovechar sus equivocaciones. Llama la atención que a esto juegue una selección que intenta colarse en la élite, pero el resultado tapará, como siempre, esto que aquí se señala.
Seguramente que para explicar las virtudes de este equipo, Soteldo es el punto de partida de todas las crónicas y los análisis. En este partido fue notable su ubicación en el centro -un acierto estratégico de Rafael Dudamel- con la intención de cambiar un poco el funcionamiento del equipo, ya que el volante 10, en esa ubicación, estaría mucho más cerca de los mediocampistas de salida (Lucena y Ruiz). Aún así, costó que el pequeño futbolista entrara en acción, no por falta de implicación, sino por esa peligrosa tendencia de preferir los pases largos al juego asociado.
Ahora bien, cuando la selección Vinotinto se animó a promover un fútbol más cooperativo, que tan bien se le da, fue relevante el cambio de actitud o de planificación en cuanto a los laterales criollos. La presencia de José Hernández fue notable, no ya por su desempeño defensivo, si no por su voluntad de sumarse al ataque, convirtiéndose en una herramienta que ensanchaba el campo de juego. Por la otra banda, Ronald Hernández sostuvo su crecimiento, asociándose a Sergio Córdova para apoyar los avances por la banda derecha.
En el minuto 25, el derecho Hernández dio una cátedra de cómo debe involucrarse en lateral en el avance de su equipo. El marcador de punta se asoció con Córdova, quien siguió su carrera por la banda, mientras que Hernández modificaba constantemente su carrera, a la espera de identificar la ubicación que favoreciera el avance del atacante criollo. La proyección de los laterales en ataque no es un capricho como muchos quieren hacer creer; por su ubicación, el recorrido natural de estos jugadores ensancha el campo e impide que el rival defienda por la simple acumulación de futbolistas. La ausencia de extremos ha hecho necesario este rol de los marcadores de punta.
Y fue justamente a partir de los desbordes de los laterales que Venezuela encontró la vía para hacerle daño a Uruguay: el costado derecho. Córdova y Soteldo se alternaron en la invasión a esa zona, creando un caos maravilloso que no supo resolver la defensa uruguaya, y que por poco, tras remates de Peña y del propio Córdova, le daba el primer tanto a la selección criolla.
Pero en la segunda etapa se volvió a la monotonía, desafiada únicamente por la dinámica de Soteldo, quien siempre supo identificar los espacios que dejaba libre la zaga charrúa.
Esta selección es un equipo que juega a una misma velocidad, por ello, cuando aparece el 10, se revuelve todo. El equipo tiene como muy propio aquello de mantener el cero en su propio arco por encima de todas las cosas, y si biene s cierto que bajo esa premisa ha llegado hasta estas instancias, es el suspenso el término que mejor define su paso por el Sudamericano de Ecuador. Así fue la etapa de grupos y así se ha conducido en esta fase final.
El fútbol es inexplicable porque no tiene verdades absolutas. Una prueba de ello es el origen del primer gol criollo: una pelota dividida que gana un futbolista venezolano y que encuentra a Uruguay a contrapié, intentando salir de su área. Los militantes del lugar común definen a cualquier selección charrúa como equipos ordenados, que jamás dan por perdida una pelota, pero mire usted por dónde se rompió el partido. Por ello, y mucho más, este es un juego maravilloso que sobrevive a la mediocridad de quienes intentan hundirlo en sus propias miserias.
¿Cómo explican la influencia de Yeferson Soteldo los acumuladores de estadísticas? El ahora jugador del Huachipato chileno es un futbolista cuyo rango de influencia supera cualquier suma de números fríos. Lo mismo puede decirse de Córdova o el sacrificado Ronaldo Peña. Y es que este es un juego de interacciones, de realimentación, de sinergias, que jamás podrá ser explicado en su totalidad por la frialdad científica. Venezuela tiene muchos puntos por mejorar en la construcción de juego, pero en los momentos importantes, casi como si fuese parte de un guión que se cumple de pe a pa, el equipo sacó los mejores registros de su juego, y ello fue suficiente para golear a Ecuador, a Uruguay y reservar pasaje para el próximo mundial Corea 2017, un hecho que, no debe olvidarse, se conseguiría por segunda ocasión en toda nuestra historia.
Insisto, esto es fútbol y nadie sabe realmente de qué va, menos aún cuando la pelota la conduce el eléctrico jugador que porta la camiseta 10.
Fotografía cortesía AFP