Herrera y Soteldo hacen que todo sea posible

Venezuela comenzó el segundo partido del Hexagonal final del Sudamericano Sub-20 con una deuda importante en su juego. Así lo dejó entrever Rafael Dudamel al periodista Humberto Turinese cuando explicó que el episodio colombiano, en el que se le entregó el control de la pelota y el terreno al rival, no debía repetirse. El seleccionador, aunque algunos no lo quieran entender, dio en la clave de lo que este juego representa: la posibilidad de evolucionar.

Dudamel y su grupo de trabajo están conscientes de que esta selección puede jugar mejor. Esto no significa utilizar veinte pases para construir juego o inclinarse por una fórmula más directa. Jugar bien, como acto voluntario y dependiente de una puesta en escena propia, tiene que ver con identificar las capacidades innatas del equipo y promover que estas se potencien. Suena sencillo, pero no lo es, más en tiempos en los que se confunde la efectividad en acciones a balón parado con eso que es interpretar correctamente este deporte.

Por ello el partido ante los locales podía convertirse en un antes y un después en el camino para retomar los valores que pondera el cuerpo técnico criollo. Era sumamente necesario revisar, reflexionar e insistir en el convencimiento de sus jugadores. Y esto nada más y nada menos que contra Ecuador.

Ecuador mantiene rasgos similares en todas sus selecciones. Uno de ellos es el juego por las bandas, que algunos equivocadamente creen que nace del físico de sus futbolistas. Los ecuatorianos, más allá del origen de quienes integren su equipo nacional, tienen aprendida la lección de que el campo puede y debe ser aprovechado en su totalidad. Con futbolistas situados en las bandas, sus rivales difícilmente podrán encerrarse en espacios reducidos.

Abrir la cancha es algo que han sostenido en el tiempo, sin importar la capacidad goleadora de sus delanteros. Porque Ecuador insiste en educar a sus jugadores y por ello no todos los desbordes terminan en centros aéreos, sino que en sí mismos son continuidad: no nacen de la improvisación y deben darle continuidad a la maniobra. Así intentó crearle peligro a Venezuela, pero tras algunos ajustes, el equipo de Dudamel supo desactivar esa opción.

El futbolista más desequilibrante de Venezuela es Yeferson Soteldo, pero llama la atención como la selección pasa hasta 25 minutos sin involucrarlo en la construcción de juego. Los equipos no son uno y diez más, pero es incomprensible que Venezuela no aproveche al jugador que mejor encara los duelos de 1×1, lo que nos lleva a reflexionar nuevamente sobre la idea de esta selección. Si un equipo cuenta con un futbolista atrevido, con un cambio de ritmo endemoniado, es importante generar contextos para buscarlo en situaciones favorables, algo que por ahora no consigue este equipo cuando cruza el centro del campo. Ha sucedido con Soteldo, pero también Ronaldo Peña, Sergio Córdova y los otros delanteros han sufrido esa dificultad para construir juego.

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El gol de Yangel Herrera no puede opacar que la maniobra nació de un acto de rebeldía de Soteldo. El volante cambió de banda, se proyectó por la derecha, y antes de lanzar un centro a la nada, retuvo la pelota hasta encontrar un compañero. Insisto, si a esto juega el 10, ¿por qué aislarlo tanto de la construcción del juego?

Aun así, la selección jugó los primeros cuarenta y cinco minutos más tranquilos de todo el torneo, a tal punto que no necesitó de grandes intervenciones de Wuilker Faríñez. Por primera vez dejó la sensación de controlar un partido, razón por la cual debo machacar en cuanto a la influencia del cuerpo técnico. Este es un torneo sin mayor tiempo para entrenar, por lo que cada corrección apunta más al convencimiento que al trabajo de cancha. La primera parte de hoy reivindica el trabajo del cuerpo técnico.

A Peña se le resiste el gol, pero el fútbol es mucho más que eso. El penal que ganó y que luego convirtió Soteldo debe reforzarlo, levantarle el ánimo. No es sencillo para un delantero superar la sequía, pero siempre que su trabajo ayude al equipo no debe frustrarse sino disfrutar ese éxito colectivo.

Contrario a lo que la neblina de Quito invitaba a pensar, Venezuela fue claridad y simpleza. Redujo espacios entre sus líneas, disminuyó el uso de pelotazos y buscó más a Soteldo y a Ronaldo Chacón. Apareció Córdova y con él sus desbordes que daban amplitud al equipo. ¿Fue un desempeño perfecto? No, nada en el fútbol se acerca a ese estadio, pero el equipo creció y se sacó de encima muchas dudas que la acechaban, incluso quedó de lado el suspenso que caracterizó su paso por la primera rueda del torneo.

Hace un par de días escribía que Soteldo necesita a sus compañeros tanto como ellos a él. Un simple cambio de posición dejó en evidencia que, si el equipo lo busca y lo apoya, el 10 le devolverá al colectivo muchas opciones para hacer daño. El segundo tiempo superó a lo enseñado en la primera etapa porque hubo goles, y porque el ex Zamora dejó una enorme demostración de cuán importante es la sociedad entre el talento individual y el colectivo.

Los cuatro goles llenarán las páginas de los diarios y los resúmenes de los noticiarios, pero hay que aprovechar que el próximo partido es el domingo y revisar el partido contra Colombia y contraponerlo con este, porque, como le decía anteriormente, hay un gran manejo del cuerpo técnico en la identificación de los errores y la corrección. Aun falta fomentar una mejor construcción de juego, pero la evolución entre un partido y otro no se explica por los goles: estos son consecuencia directa del juego, ese que hoy brilló tal cual muchos esperaban. Fue tal la demostración de hoy que Faríñez, figura indiscutible de la primera fase, tuvo 76 minutos de tranquilidad, hasta que luego el juez del partido sentenció dos penales, de difícil apreciación, y que maquillaron el resultado a un 4-2 que no explica la superioridad venezolana.

Cuatro puntos en dos partidos. Todavía falta enfrentarse a Brasil, Uruguay y Argentina, pero si lo mostrado hoy es parte de una dinámica ascendente y no obra de la casualidad, la Vinotinto estará celebrando en pocos días la obtención del boleto al Mundial.

Fotos cortesía BBC Mundo