El pressing Vinotinto

Los dos primeros amistosos de la Vinotinto con Noel Sanvicente como entrenador dejaron muchas cosas para revisar. Puede que el hilo que una a la derrota ante Corea del Sur con el empate a dos goles frente a Japón sea la intención de presionar al rival en una zona del campo distinta a la Vinotinto de César Farías. No es este un elemento para definir cual de las dos expresiones es mejor sino una declaración de dónde, cómo y a qué juega cada muestra criolla.

Para hablar de presión o pressing hace falta definir esa conducta. El argentino Walter Dimattia, en un trabajo para la web http://www.efdeportes.com, nos ofrece una serie de definiciones que nos pueden ayudar en este primer escalón:

Se puede definir el pressing como la acción conjunta que trata de “achicar” todos los espacios para reducir las posibilidades del adversario, “apretarlo” en las salidas, “atorarlo” en todos los sectores, no dejarlo “armar”, sea arriba o abajo, con el propósito de quitarle la pelota e impedir, a su vez, que pueda proyectarse en el juego”. (José D’Amico)

Es una forma de atacar cuando no tienes la pelota“. Arsene Wenger.

Consiste en acosar sin tregua ni respiro al adversario para recuperar la posesión del balón, y no ceder a ningún precio la iniciativa del ataque al contrincante, contando con dos requisitos básicos: un espíritu de lucha inquebrantable y una perfecta preparación física, sin los cuales el sistema se derrumba irremediablemente”. (Rinus Michels.).

A partir de estas tres definiciones podemos concluir que la presión o el pressing tiene como meta inmediata obstaculizar al poseedor del balón con la intención de recuperarlo y generar nuevas posibilidades ofensivas. Para muchos es una tarea de orden defensivo puesto que se lleva a cabo cuando no se tiene la titularidad de la pelota, mientras que para otros, como lo expresa el francés Wenger, es la manera de atacar la defensa rival. Se presiona para recuperar y luego ir hacia el arco rival.

Ahora bien, hay que considerar que esta iniciativa puede ser colectiva o individual. En la primera opción, podemos recurrir al italiano Arrigo Sacchi y una descripción que hizo para el diario El País en el año 2011 cuando le cuestionaron acerca de las similitudes entre su Milan y el Barcelona de Pep Guardiola: “Nosotros ampliamos la idea del fútbol total de los holandeses. El Ajax ya no era la suma de 11 individualidades, sino un colectivo que actuaba con un guion. Trasladamos la presión al campo contrario y el Barça la ha llevado hasta el borde del área. La presión condiciona al rival, le ahoga, le obliga a hacer lo que tú quieras también en los momentos en los que posee el balón. Así aniquilas al rival, le quitas su autoestima”.

El veterano entrenador nos abre la puerta a una batalla que supera a la pelota: la lucha por controlar las emociones. El pressing colectivo trae como consecuencia que los jugadores contrarios se apuren, tomen decisiones equivocadas y apresuradas, ahogados por el acoso al que se ven sometidos y pierdan la capacidad de elegir la mejor opción. Es ahí cuando aparecen los errores en los pases y la imposibilidad de salir de cierta zona, y como consecuencia, la disminución de autoestima de la que Sacchi habla. Cualquiera que haya jugado al fútbol sabe que no poder resolver el dominio contrario es extraordinariamente frustrante, y eso es lo que se logra a través de esta persecución.

En cambio, la presión individual es, como dice su nominación, un esfuerzo de uno o dos futbolistas, dirigido no sólo a la recuperación del balón o a estorbar al rival, sino a obtener el tiempo suficiente para que el resto del equipo se reacomode en la zona en la que intentará defenderse. Este comportamiento puede ir dirigido al poseedor del balón como a alguno de sus compañeros. La diferencia es que en el primer caso se intenta robar el balón o impedir la comunicación del jugador con sus compañeros mientras que en la segunda, la intención primordial es la de vigilancia y marcaje, como así lo estipulan David Tenorio y José Del Pino en su libro La presión: conceptualización táctico-psicológica y su entrenamiento. Esta versión del pressing se utilizó con mayor frecuencia en la Vinotinto de Farías, salvo frente a Paraguay en Asunción y Perú en Venezuela.

La primera conclusión nos la ofrecen los mismos autores cuando afirman que “Jamás encontraremos, en ninguna categoría y edad, un equipo que no presione. Todos, de forma más o menos habitual, en una o en otra zona del terreno de juego, por uno o varios jugadores utilizan la presión como medio de desarrollo de la fase defensiva. De hecho, un equipo que no presionase sería un equipo pendiente permanentemente del error no forzado del adversario para efectuar la transición defensa-ataque”.

Pressing Vinotinto ayer y hoy

El equipo de César Farías intentaba llevar a cabo una presión en la zona medular, o lo que se conoce como presión media, aunque la tendencia natural de los futbolistas durante ese ciclo fuese defender lo más cercano posible al arco criollo.

En el siguiente video se puede observar que la intención de esperar al rival cerca del círculo central no era ejecutada con la precisión necesaria y por ello, ante el primer fallo, la reacción era correr hacia atrás. No se busca al rival ni se protege al equipo:

Estos comportamientos no son extraños ya que como muchas veces he expresado, el defensor criollo defiende corriendo hacia su propia área, conducta que dificultaría en demasía la correcta aplicación de la instrucción de Sanvicente de presionar arriba.

La llegada del ex entrenador de Zamora sirvió para potenciar en el público y la prensa especializada el concepto de presión alta, que no es otra cosa que el intento de recuperar la pelota lo más cerca al arco rival. Esto se intenta porque cuando el equipo ataca, lo hace con una alta cantidad de efectivos, lo que permite que cuando se pierda la titularidad del balón se intente entorpecer al contrario hasta que ceda la pelota en zona de ataque criollo. Ahora bien, si dejamos de lado algunas emociones, podremos observar que esta herramienta no es una novedad para los futbolistas criollos, quienes con la conducción anterior ya supieron, en contadas ocasiones, ejercer ese pressing alto de forma colectiva. Veamos uno de esos pocos ejemplos:

Cómo se puede observar, la Vinotinto realiza una larga secuencia de pases antes de llegar al gol de Salomón Rondón. En ella hay pequeñas interrupciones que rápidamente son neutralizadas por el posicionamiento de los futbolistas criollos – todos salvo el portero se instalaron en campo paraguayo – y su rápida reacción. Esa inmediata respuesta fue posible porque en vez de entregarle al contrincante algo de tiempo y espacio para que se organizara y pensara, el equipo de Farías llevó las acciones del juego a un terreno mucho más reducido. Para que se entienda mejor, la selección nacional obligaba a que se jugara en una sola mitad del campo, lo que significaba una reducción importante del espacio paraguayo.

Repasemos: presionar no es más que el intento por limitar o reducir las conductas ofensivas del rival. Según Tenorio y Del Pino, es “una reducción del espacio de juego y del tiempo de actuación”. Comprendido esto, volvamos al caso venezolano.

La presión alta

El término presión alta llegó para instalarse. Muchos han querido darle la fuerza de un dogma, cuando en la historia han sido muchos los equipos que han triunfado presionando en otras zonas del terreno. Hay que aclarar que no se miente cuando se señala a esta versión de la Vinotinto como una aspirante a ejercer esa herramienta, pero se podría estar faltando a una de las pocas verdades absolutas de este juego: el rival juega y condiciona. Existirán partidos en los que el equipo contrario obligue a que la Vinotinto se defienda de otras maneras y será en esos momentos en los que realmente se podrá definir la verdadera madurez del equipo.

En declaraciones al periodista Alfredo Coronís, en vísperas del módulo que la selección Vinotinto realizaría en España, Sanvicente dejaba claro que “hay que trabajar lo táctico, ofensiva, defensiva, la salida del balón, cuando hacer presión y cuando no, cuando debe replegarse, todas esas cositas que no dan tiempo de trabajar en dos o tres días… hablar para identificar cuando jugar en cortico y cuando jugar con pases largos. Repasando rápidamente los planes del entrenador criollo, es sencillo identificar que la presión está entre sus mayores prioridades. Por ello hace referencia a los tiempos en los que se debe ejercer y las respuestas que debe poseer el futbolista en caso de que se recupere el balón y también en el supuesto de que no se logre esa meta inmediata.

Por otro lado, Oswaldo Vizcarrondo, en conversación desde Madrid con el periodista Daniel Prat, expresaba que “para presionar se requiere una exigencia física grande, porque si el rival sale de esa presión la cancha se nos hace grande”. No miente el central del Nantes francés, pero quizá descuida que el trabajo primordial para llevar a cabo una filosofía de juego que comprenda empujar al rival contra su propia área no es físico sino futbolístico. Por ello hoy es tan importante conocer las teorías de la complejidad y así llegar a la conclusión de que es imposible disociar en partes el entrenamiento. Como bien se explica en la web Wikipedia: “es el reconocimiento de que nuestra realidad es compleja: no puede contemplarse desde un pensamiento disyuntivo, reduccionista, simplificador y predominantemente acrítico. Se requiere de una visión holística que vislumbre las distintas perspectivas de un objeto o situación. Desde la óptica psicológica este tipo de pensamiento se conceptualiza como <aquel capaz de profundizar críticamente en la esencia de los fenómenos, jugando con la incertidumbre y concibiendo la organización> (Fariñas, 2006, p. 6).

Volvamos a la presión alta.

Partamos de la base de que la intención inicial no es presionar arriba sino atacar con muchos jugadores. Idealmente, y teniendo como ejemplos los dos amistosos jugados, el equipo de Sanvicente jugaría con un delantero centro que se mueva muy cerca del área, tres media puntas que lleguen y ocupen todo el frente de ataque, dos laterales que se proyecten, dos volantes centrales que marquen, juegue, y se acerquen al área rival, y dos centrales que deben llegar hasta el centro del campo para que el equipo sea un bloque muy compacto. Ante la limitación que significan la escasez de ensayos, hay que asumir quienes serían los encargados de plasmar esa idea: Hernández; González, Vizcarrondo, Amorebieta y Cichero; Rosales y Rincón; M. Rondón, Martínez y Guerra; S.Rondón. Esos serían los once indicados y esta sería la ubicación ideal, teniendo en cuenta de que esta es una foto desde el helicóptero que lo único que persigue es mostrar la conquista del campo contrario:

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Ahora bien, hay que comprender que esta presión alta es un comportamiento colectivo, distinto a aquel en el que uno o dos futbolistas van en búsqueda del contrario mientras el resto de sus compañeros se organizan defensivamente, algo que se asemejaba más al ciclo Farías. Por ello es tan importante que se practique muchas veces, pero más que nada, se convenza a los jugadores de que no se trata únicamente de atacar en detrimento de defender. El juego es una sola conducta, y si se comprende esto, será más fácil integrar a todos los futbolistas en la idea de ir hacia adelante sin miedo a ser derrotados. Si los defensores centrales no se sienten cómodos correrán hacia atrás cuando alguno de sus compañeros pierda la pelota, lo que traerá como consecuencia situaciones de gol como la vivida ante Japón en el siguiente video:

Como se puede observar, los defensores centrales, ante la recuperación enemiga, inician su indetenible recorrido hacia atrás como primer y único recurso. No existe la voluntad de cortar el juego rival o de achicar para que se produzca una interrupción como la trampa del offside. Y aquí llegamos a un tema primordial para comprender un poco más las razones por la que los defensores criollos defienden corriendo hacia atrás.

El Offside

El tema es complejo y vale la pena escuchar a varios protagonistas del juego para poder acercarnos a una posible respuesta, que no es la verdad verdadera, pero sí que nos ayudará a seguir alimentando la curiosidad.

Le pregunto a Ruberth Morán, entrenador del Deportivo Anzoátegui y ex delantero de la selección Vinotinto, por qué pasa esto. La intención es conocer su perspectiva como conductor de grupos pero también tener una idea de si en sus tiempos de jugador notaba esos comportamientos en los defensas criollos. Me explica, en una entrevista de radio por Deportiva 1300, que no se entrena el achique en las categorías infantiles por miedo y por ignorancia del juego. Los entrenadores, antes que pensar y promover el atrevimiento, acostmbran al futbolista a temer, a sentir miedo, y, como diría mi amigo entrenador y escritor, pero más que nada pensador, Ismael Díaz Galán “el cobarde cree que defiende mejor su casa no moviéndose de ella”. Entonces, no es el jugador que es temeroso sino que no lo enseñaron a combatir esa sensación.

Escucho también a Daniel Nikolac, ex arquero vinotinto y para el momento entrenador de Tucanes de Amazonas, cuando me dice, en la misma Deportiva 1300am, que el fútbol venezolano no se ha acostumbrado a generar situaciones de peligro y por ello se observa a muchos equipos que dominan un partido sin que produzcan nada más que centros cruzados al área. Esto lleva a que los ataques sean previsibles y los defensores se preocupen, casi exclusivamente, en defender esos centros desde los costados. Su apreciación no es incorrecta y por ello le propongo al lector que cuente cuantos disparos directos al arco puede contabilizar en un partido del torneo local.

Pero hay algo más, y es Noel Sanvicente, entrenador de la selección nacional, quien aporta un elemento que no había considerado: el arbitraje. Revisemos el achique que hizo famoso Arrigo Sacchi con su Milan a finales de los años 80:

Nótese como todos los futbolistas de aquel fabuloso equipo estaban implicados en los comportamientos defensivos. Luego de que la presión inicial no resultase, el Milan se repliega hasta cierta zona del campo y a partir de esa ubicación, intenta presionar de tal manera que obliga al rival a equivocarse en la entrega o a quedar en fuera de juego. Esta conducta, dirán algunos, supone una alta cuota de riesgo, olvidando que refugiarse dentro de su propia área también trae consigo mucho peligro. Vale la pena observar nuevamente el gol japonés para comprobarlo.

Hay quienes sienten que estas conductas sólo pueden llevarlas a cabo grandes equipos como aquel Milan o el Barcelona de Guardiola, y me permito decirles que están equivocados. Más allá de las palabras, vale revisar el ejemplo del Corinthians vs. Chelsea en la final del Mundial de Clubes de 2012. Teoricamente inferior a su rival, el conjunto de Tite no sólo se llevó el título sino que dejó postales como la siguiente:

En ese equipo no estaban Baresi, Maldini o Costacurta. Y es que si bien el fútbol es de los jugadores, toda estrategia se puede aplicar, claro está, dependiendo de la claridad de la instrucción, el convencimiento del futbolista y las largas sesiones de ensayo. Es tan complicado defender hacia delante como hacerlo hacia atrás.

Sanvicente expresaba que para comprender el miedo a achicar de nuestros futbolistas hay que considerar la variable del arbitraje. Si los jueces y sus asistentes no comprenden el reglamento ni el juego, el futbolista elegirá resguardarse antes que salir a comerse al rival porque sabe que los encargados de impartir justicia no lo harán. Me sugiere que revise cuantos equipos en Venezuela practican ese achique y no recuerdo ninguno. Puede que alguna versión de su Caracas o de su Zamora, pero no a los niveles que pretende hacerlo con la Vinotinto. Es tan fundamental el tema del arbitraje y el miedo que causa en los defensores el error de los jueces que ya en 1965 el argentino Osvaldo Zubeldía explicaba que “si el offside no es sancionado por cualquier circunstancia, al atacante adversario sólo le resta el arquero como último obstáculo, ya que nuestra defensa extrema se ha colocado en línea recta para provocarlo, rompiendo así los principios fundamentales de la táctica defensiva: defensa escalonada, coberturas, relevos“-

Entonces tenemos, como elementos que condicionan negativamente el ejercicio del pressing, a la mala formación del futbolista, al mal juego y al mal arbitraje. Vaya labor la que le toca al cuerpo técnico de la selección criolla si desea que su versión sea consecuente con la idea de jugar en campo rival, más aún cuando la mayoría de los integrantes del equipo nacional vienen jugando en clubes que tampoco aprovechan esta herramienta.

El pressing tiene principio y final

En la entrevista que el seleccionador nacional le ofreció a Alfredo Coronís hay otro aspecto muy interesante que debe ser considerado, y no es otro que el trabajo de identificación de lo que requiere cada jugada. Esto quiere decir saber cuándo y cómo presionar y, por supuesto, cuándo y cómo replegarse.

Determinar el tiempo de duración de la presión no es sencillo y, en el caso de una selección, se antoja mucho más complicado por la ausencia de sesiones de trabajo y de continuidad entre ellas. Claro que hay muchos casos en los que con tiempo y paciencia se ha logrado que una selección nacional logre llevar a cabo el correcto uso de este mecanismo, como así lo demuestran los casos de Chile bajo la conducción de Marcelo Bielsa y luego Jorge Sampaoli o la misma Argentina del hoy entrenador del Olympique de Marsella.

Por ello es tan importante que se aprovechen las sesiones de entrenamiento y se usen todas las maneras posibles para convencer a los futbolistas de llevar a cabo este plan. Por ejemplo, se puede inducir a una presión de 5 segundos y repliegue inmediato si no hay recuperación. ¿Cómo? Explicándole al jugador que si defiende corriendo hacia adelante se asegura que el equipo sea mucho más “corto” y con ello se le dificulta aún más el tránsito del rival y se limita su posibilidad de pensar. Si no piensa, las respuestas del contrario estarán influenciadas más por el miedo que por cualquier otra emoción, y ahí es, como diría el mismo Bielsa: En las peleas callejeras hay dos tipos de golpeadores. Está el que pega, ve sangre, se asusta y recula. Y está el que pega, ve sangre y va por todo, a matar. Muy bien, muchachos: vengo de afuera y les juro que hay olor a sangre“. Si el equipo logra oler el miedo del rival, habrá ganado la batalla. Y eso es lo que pretende Sanvicente: ser protagonista; proponer antes que responder. Obligar al rival a jugar dónde y cómo quiera la Vinotinto.

Pero el seleccionador habla de repliegue también. Por ello se hace necesario explicar que ningún equipo del mundo está en condiciones de llevar adelante una conducta de pressing durante los noventa minutos de juego. Por ello es importante que se entienda el momento final de esa conducta para pasar al repliegue, que no es más que el reordenamiento del equipo con la intención de repeler el ataque rival. Se hace con la intención de volver a intentar, en otra zona del campo, la conquista de la pelota.

Lo que pide Sanvicente no es sencillo, pero no intentarlo sería un error impagable, como ya se demostró en el ciclo anterior.

Pensando en los futbolistas que hoy son fijos en la selección, ¿puede la Vinotinto presionar de esta manera?

Sí. Mil veces sí.

El fútbol es de los jugadores, y más allá de los inconvenientes planteados por los entrenadores que consulté para este trabajo, no hay duda de que el futbolista venezolano puede utilizar correctamente la herramienta conocida como pressing. Dependerá de las cualidades de éstos la duración de esta conducta, y el partido ayudará a conocer como salir hacia el arco rival una vez recuperado el balón.

Muchos asocian esa salida con máxima velocidad. Recuperada la pelota, el ataque puede ser rápido y furioso, o simplemente puede ser todo lo contrario, con la intención de fomentar la llegada del equipo como un solo bloque a zona enemiga y así permitir que se ordenen para poder recuperar la pelota en caso de volver a perderla. Si se roba el balón cerca del área rival se comprende la búsqueda inmediata del arco, pero si se retoma la posesión cerca del medio campo entonces ahí debe aparecer la buena toma de decisiones del poseedor del balón para determinar si se corre o se camina.

No hay una única respuesta. Pero reitero, con estos jugadores, y tomando en cuenta los dos antecedentes del ciclo anterior, sí se puede intentar llevar a cabo este plan. Determinar a estas alturas si el mismo será exitoso es cuando menos una idiotez. Esto es fútbol y los sistemas no ganan los partidos, pero la correcta interpretación de los mismos nos puede acercar a esa ansiada victoria.

El trabajo que hace la Vinotinto por estos días en España será crucial para saber si se sigue adelante con la idea del pressing o si, para sacar lo mejor de los futbolistas, se requiere de otros matices y nuevas estrategias.