El filósofo griego Platón, en alguna de sus reflexiones, nos decía que “cualquier hombre es capaz de tener hijos, pero no cualquiera es capaz de educarlos”. Esta frase puede perfectamente describir al fútbol venezolano: un compendio de equipos, sin rumbo definido, que creen que por poseer las fichas de sus jugadores pueden ser llamados clubes. No importa si la gran mayoría de estos conjuntos no dedican ni el 1% de su presupuesto a la educación y formación de futuros deportistas, porque lo verdaderamente relevante, para quienes dirigen estas instituciones, es tomarse una foto, imprimir una tarjeta de presentación y hacer cola en la oficina pública de turno para pedir su limosna. Cualquiera puede tener un equipo, pero no cualquiera puede crear un club.
Friedrich Nietzsche, a través de su obra “Así hablaba Zaratustra”, deja un hermoso pensamiento: “vuestro honor no lo constituirá vuestro origen, sino vuestro fin”. El alemán, con esa claridad de reflexión tan suya nos recuerda que sólo mediante nuestras acciones podremos ser considerados personas dignas, honradas o respetuosas. Está claro que cada propósito, o por lo menos la mayoría de ellos, nace con la mejor de las intenciones, pero en el camino sucede lo mismo que le acontece a este fútbol: muere en el intento. Hoy más que nunca no sé si haya alguien en este mundillo del balompié venezolano que pueda presumir de ser honorable. O puede que sí, sólo que su voz es rechazada.
No me cansaré nunca de recurrir a esta magnífica frase del filósofo español José Antonio Marina: “cada uno de nosotros somos lo que somos y el conjunto de relaciones en el que estamos incluidos”. Siento que esa consideración es indispensable porque nos ayuda a recordar que no somos seres que vivimos en una isla, aislados e inmunes a la interacción humana. Todo lo contrario; necesitamos convivir, asociarnos, y ello sólo se puede lograr gracias a metas en común.
Si tomamos eso como cierto, quisiera que usted me responda la siguiente interrogante: ¿cómo es posible que entre supuestos socios se insulten de la manera que lo hacen los directivos de nuestro fútbol? Usted seguramente pensará que esta convivencia es posible únicamente gracias al oficio creado por el diablo, ese que llaman política. Puede que así sea, pero hoy, cuando unos acusan a otros de tramposos, de corruptos y demás sapos y culebras, bien valdría lamentarnos porque en este fútbol todo vale, todo pasa, y ya ni el honor ni la educación forman parte de la ecuación. Reflexionen antes que el enfermo pase a mejor vida.
Columna publicada en el diario Líder el jueves 08 de Mayo de 2.014