Correr o esperar. Ir o quedarse. Amagar o actuar. ¿Para qué se hace todo esto? Para generar espacios, ocuparlos y aprovecharlos mientras el rival intenta reaccionar. Pero para ello hace falta algo más que la simple titularidad del balón; se necesita dinámica, que, a pesar de lo que muchos venden, no se trata de correr por correr, sino de interpretar correctamente este juego.
A propósito de la publicación de algunos de los cuadernos privados del filósofo Martin Heidegger, conviene repasar algunos apuntes inspirados justamente en una de las obras del controvertido maestro germano. Me refiero a “El Arte y el espacio”, obra publicada en 1.969 y que puede ser aplicada al juego. Quizás, a partir de su estudio, podremos comprender que el pase en el fútbol no es útil si no viene acompañado del movimiento.
Definamos primero espacio. Según el DRAE es una capacidad de terreno, sitio o lugar. Para Heidegger, más que el espacio, el concepto a tener en cuenta sería “espaciar”, lo que no es más que poner espacio entre las cosas, o como él mismo expresó, es la “ocupación de los lugares de los que los Dioses han huido”, lo que en el fútbol podría ser encontrar zonas que no estén ocupadas. ¿Para qué se hace esto? Para que nuestros compañeros puedan recibir el balón y tener ese segundo de más que le permita tomar la mejor decisión. Su libre aparición y su titularidad de la pelota generan en el contrario una serie de movimientos destinados a contrarrestar su aporte, y como consecuencia de esa reacción, aparecen otras áreas libres de ocupación rival.
Ahora bien, usted recordará la típica frase del entrenador derrotado: “se encerraron atrás y nos cerraron los espacios”. Esa bien puede ser una radiografía de lo sucedido, siempre y cuando esté acompañada de otra afirmación como por ejemplo: “nos faltó dinámica para obligar a que el rival se moviese y por ello no encontramos los espacios”. Muchas veces, los jugadores recurren simplemente a prestarse el balón entre compañeros, olvidando que a ello hay que agregarle mucho movimiento para así tentar al contrario y sacarlo de su zona de confort.
Recodemos: pasarse la pelota sólo para mantener la posesión, sin imprimirle dinámica a esa titularidad, nos acercará a la pérdida de la misma y a explicaciones tan burdas como que existe una “posesión efectiva”. Mientras algunos se pierden en semejante disparate, bien vale recordar la instrucción de Pep Guardiola, defensor a ultranza del juego de posición y de la cultura del esfuerzo: “no se toca si no sale un rival”.