Zamora: jugar y competir

La meta de cualquier deportista es triunfar. Para ello entrena, se sacrifica y se concentra exclusivamente en la búsqueda de ese objetivo. Sabe que su carrera es corta en comparación con aquellas ocupaciones académicas que no requieren semejante esfuerzo físico. Por ello, salvo algunos mercenarios, todo deportista trabaja para alcanzar el Olimpo. Ahora bien, ¿qué se necesita para ganar?

Según palabras del recientemente fallecido Luis Aragonés “hay que saber competir, que no es lo mismo que jugar”. Ese testimonio se encuentra en el magnífico libro del periodista español Orfeo Suárez llamado “Palabra de entrenador”. Si usted me lo permite creo que para poder competir también hay que saber jugar. No creo posible una victoria sin el debido gusto por la actividad, o que ese camino hacia la corona se recorra sin una dosis de satisfacción.

Jugar, según la Real Academia Española, significa “hacer algo con alegría y con el solo fin de entretenerse o divertirse”. Esa es la primera definición. Pero si seguimos investigando, encontraremos que una de sus acepciones es “arriesgar”. No sería equivocado que entonces definamos jugar como aquella actividad en la que algo se arriesga con el fin de divertirse o entretenerse. Por ello, cuando hablamos de fútbol, lo hacemos de una actividad que se juega. Y eso es lo que Zamora hace, independientemente del escenario, el rival o el resultado.

Ahora bien, ¿sabe competir el equipo de Noel Sanvicente? Sí. Es un conjunto integrado por deportistas que no se intimidan ante la dimensión de los retos y que se sienten capaces de superar cualquier jugada desafortunada, como aquella que propició el empate de Santa Fe. Sea Atlético Mineiro o cualquier otro el rival, Zamora busca la victoria con la única receta posible: un modelo de juego que nace en sus jugadores y un respeto por esa idea, la cual no es traicionada ni en la mayor de las incertidumbres. Van ganando el partido y siguen buscando el arco rival porque entienden que no hay mejor manera de competir que aumentar la diferencia con el rival.

En 1.960 Juan Manuel Fangio le decía a Dante Panzeri que “el hombre ha sabido dosificar sus anhelos con sus posibilidades”. Zamora, un equipo cuya nómina es la menos ostentosa de quienes participan en la Copa Libertadores, no cree en eso que bien criticaba el corredor de autos argentino y ha decidido jugar y competir sin distraerse con la opinión de expertos que vaticinaban una participación internacional para el olvido. Ganen o pierdan, los muchachos de Noel seguirán honrando el espíritu del juego. Tienen casi dos años haciéndolo…

Columna publiada el domingo 16 de Marzo de 2.014 en el diario Líder