¿Qué hacemos con la AUFPV? ¿Le seguimos el juego a los dirigentes del fútbol venezolano y la desacreditamos para que respiren estos “señores del fútbol” quienes, en su gran mayoría, tienen una larga hoja de incumplimientos? No. Y es que entre los extremos hay muchos puntos de coincidencia que deben ser aprovechados para no retornar a la situación de desamparo que caracterizó el pasado reciente. La suspensión del partido entre Anzoátegui y el Deportivo Táchira por orden de la FVF demostró que la actuación del gremio de futbolistas le movió el piso al poder. Estos conflictos deben examinarse a corto, mediano y largo plazo.
En primera instancia, no hay duda que Rafael Esquivel fue el ganador. Su rápida reacción y su invitación al poder político hacen del veterano dirigente el triunfador de una contienda que no terminó la semana pasada. El “jefe” supo aprovecharse de la coyuntura que vive el país para mostrarse como el hombre fuerte de este fútbol. En el horizonte cercano nada de eso cambiará, por ello su declaración en la que llamaba al gremio a revisarse porque él estaba molesto con su actuación.
A mediano plazo la fuerza federativa no se ve tan potente. Si la directiva de la asociación de jugadores mejora su estrategia comunicacional y es capaz de demostrar que sus errores no nacieron de la mala fe sino de la inexperiencia, seguramente recobrará el apoyo mayoritario que hace días tuvo. No hay que olvidar su incansable labor para que se le reconociera a sus miembros las deudas de algunos equipos para con ellos. Eso sí, de este episodio deben aprender que de las prisas no nace nada bueno y que eso de andar agarrados de manos con la Federación no es lo más recomendable. Ya decía alguien que “cuando bailas con el diablo es él quien te cambia”.
Es imposible saber qué sucederá en el largo plazo. Los seres humanos son imprevisibles, así que la mejor opción – para el fútbol y los futbolistas – dependerá de que comprendan que no hubo error en la convocatoria a posponer la 7ma jornada sino en haber cedido a las presiones. Aprender la diferencia entre diferir y suspender es muy importante para así evitar confusiones. Reconocer los errores es el punto de reinicio de un crecimiento que es muy necesario para el futuro de nuestro fútbol, sobre todo si a éste lo comprendemos como un espacio en el que sólo caben dirigentes capaces que no confundan la gimnasia con la magnesia.
Por cierto, ¿nos hacemos la vista gorda ante el silencio del representante de los futbolistas en la FVF o del seleccionador nacional interino?
Columna publicada el jueves 06 de Marzo de 2.014 en el diario Líder