El final del ciclo de César Farías al mando de la selección nacional no podía ser distinto a lo que fue su contratación y su paso por el equipo criollo. Declaraciones desafiantes, uso de herramientas poco comunes para llamar la atención (blogs, mensajería instantánea) , frases y personajes utilizados a conveniencia por la propaganda oficial (Bielsa, Mourinho, Valdano, Guardiola, etc.) y por supuesto, la ausencia del fútbol en sus reflexiones.
Durante la rueda de prensa de despedida, el ex entrenador vinotinto se negó a responder cuestiones básicas como el pobre promedio goleador del equipo nacional en las Eliminatorias Sudamericanas, asegurando que ese análisis debería hacerlo su substituto. Dicha afirmación llama la atención porque en ella se evita hablar acerca del equipo que él condujo y le pasa la responsabilidad del pasado a quien venga en el futuro, algo así como que no hablo de mí, que lo hagan los demás.
Farías, a quien hay que reconocerle lo positivo de su gestión – en esta columna no interesan los extremos – tiene la clara intención de hacerle creer al público que su llegada significó la transformación futbolística de la selección, cuando en realidad, la dinámica que caracteriza a estos procesos de cambio tan complejos no puede ser explicada tan a la ligera. El ahora DT del Tijuana mejicano es tan protagonista de esa metamorfosis como lo han sido Richard Páez, José Pastoriza (+) y muchos otros que en silencio, y sin haber llegado a conducir la selección, han contribuido al cambio en la Vinotinto.
Y acá debo detenerme, porque como bien lo explica Willy Mckey en un escrito para el sitio web http://www.prodavinci.com “la posteridad quita mucho tiempo“. Esa enorme frase encierra la inquietud del ex seleccionador nacional: quedar en la historia. La clasificación al mundial sub 20 de 2.009 ya le otorgó ese espacio que tanto le preocupa, sólo que Farías no lo comprende así y pretende que una simple entrevista para un medio argentino se convierta en un hecho trascendental y único, olvidando que a Richard Páez también lo entrevistaron en un show de aquel país – Hablemos de Fútbol, conducido por Víctor Hugo Morales y Roberto Perfumo – y, al igual que en el caso del DT oriental, dicha conversación no ayudó a conseguir la meta primordial: llegar al mundial.
A Farías hay que desearle mucha suerte. De su éxito dependerá que se le abran las puertas a otros criollos en el difícil mercado mejicano. Por nuestra parte podemos aprender la lección: nadie es tan importante ni el único protagonista de los cambios. Como diría Mckey, “los soberbios se refugian en la espera de la posteridad”.
Columna publicada en el diario Líder el jueves 05 de diciembre de 2.013