Apuntes vinotinto: Venezuela 1 Paraguay 1

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– Hace algún tiempo escribí que lo más duro que le puede pasar a un equipo de fútbol es morirse de nada. No es lo mismo perder un partido, o una clasificación, aplicando todas las fórmulas posibles que caer eliminado por no haber arriesgado lo suficiente. Habran quienes preferirán quedarse con la última manifestación de amor propio de los jugadores vinotinto ante Paraguay, pero también hay quienes no podremos olvidar todas las promesas que se hicieron en este proceso así como las oportunidades perdidas a causa de una terquedad que no permitió descifrar el mensaje de aquella noche paraguaya, cuando aún había mucho camino por recorrer y el tiempo necesario para introducir las variantes que sólo reaparecieron cuando ya el agua llegaba al cuello.

– Consumado aquel triunfo, Farías anunció que se había planteado renunciar a la selección, desviando la atencion de lo que debía debatirse después de aquella magnífica actuación: la conveniencia de introducir variantes a la idea original. No se hizo ni se insistió en ello; los partidos amistosos fueron desperdiciados y sólo se retomó aquella iniciativa después de que Chile nos propinara un baile de aquellos.

– Al ciclo Farías lo condena haber perdido el tiempo en cuestiones menores. Mientras las señales apuntaban a la necesidad de modificar el modelo de juego, el entrenador y sus colaboradores prefirieron enfocarse en enemigos inexistentes. Es tal su concepción del mundo que quien no se sume a su causa es considerado inmediátamente un enemigo. Aquel tweet que salió de su cuenta oficial de Twitter que ofendía al preparador físico del Zamora es el perfecto ejemplo de como entiende la vida el entrenador, entre amigos o enemigos, leales o traidores.

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– Esas señales que no supo ver terminaron por sentenciar lo que para él, sus colaboradores y sus alcahuetes era “la eliminatoria perfecta porque no estaba Brasil”. En los dos últimos partidos de la Vinotinto, su equipo, el que él había construído a su imagen y semejanza, tuvo que refugiarse en una idea de juego totalmente distinta a lo que son sus creencias. Esas modificaciones no contaron con la fuerza del convencimiento sino con la urgencia de la necesidad. Hoy quedó demostrado y se pagó caro.

– En estos días recobré una extraordinaria frase de Dani Fernández, entrenador español, que dice que “alinear es mucho más que elegir a once jugadores de la plantilla para saltar a jugar. Alinear es organizar las relaciones para el juego. Elegir quiénes son es la mayor estrategia operativa del juego. Es aquí donde el entrenador más incidencia tiene de intervención”. En la tarde de San Cristóbal quedó claro que a Farías le falló la parte más importante de lo que menciona Dani, ya que no supo, en casi tres años de eliminatorias, fomentar conexiones futbolísticas para que sus jugadores rindieran acorde a sus cualidades. Peor aún, cuando algún jugador se sumaba a la selección se le obligaba a seguir el libreto del entrenador antes que sumar sus virtudes propias a ese organismo vivo llamado equipo.

– A Farías no le gusta hablar del juego. Cuando comandó a la Vinotinto en su exitoso paso por la Copa América de Argentina, el seleccionador nacional habló más del estado físico que de la forma de jugar de su equipo. Aquello no fue un desliz, fue una descripción de lo que él piensa es este juego; su equipo corría, luchaba, se sacrificaba pero jugaba muy poco. Las victorias, como casi siempre, taparon las carencias de un conjunto que jamás se caracterizó por generar altas cantidades de ocasiones de gol a pesar de contar con jugadores extremadamente talentosos.

– Aquel Farías no es el mismo de hoy, de hecho, ninguno de nosotros lo es, pero creo que sus convicciones no han variado. Más allá de que el equipo haya adoptado una versión más atacante en sus últimas presentaciones, no da la impresión de que ello sea algo que nazca del gusto del seleccionador. La ausencia de conexiones entre los jugadores, en un partido en el que Paraguay nunca presionó, da a entender que fue la urgencia y no el convencimiento el principal consejero del DT; no se puede un día jugar al pelotazo y al próximo partido utilizar la posesión de la pelota como una herramienta. O mejor dicho, puede que sí sea posible pero en un club, no en una selección que apenas puede acumular entrenamientos.

– Es posible que al entrenador no le interese justificar o aburrir con estadísticas, pero hay una que desnuda la debilidad de su patrón de juego: 14 goles en 16 partidos. Peor aún, ¿cuántas de esas anotaciones llegaron como consecuencia del juego asociado? No se trata de quitarle mérito a las jugadas de táctica fija, pero una selección – grupo en el que conviven los mejores jugadores del país – debe disponer de mayores recursos si su intención principal es hacer historia, lo que en nuestro caso se traduce en clasificar a un mundial.

– Estos jugadores y los que están por venir pueden inspirar un modelo de juego más parecido al mostrado ante Perú que al común denominador de los partidos de este ciclo. Pero para ello se necesita mucha grandeza, aquella que nos enseñaba Panzeri cuando afirmaba que “el plan son los jugadores“. Pero el Dante se refería a la continuidad de una idea que señala al jugador como el único capaz de producir fútbol, no a la asunción de la misma sólo cuando la emergencia así lo requiriese.

– Hablar del partido de hoy es hacerlo de un grupo de jugadores que volvieron a mostrarse imbatibles ante la adversidad. Esa imbatibilidad no está relacionada al resultado final sino a su condición de futbolistas orgullosos que se niegan a rendirse. Hoy, cuando el partido requería cambios inmediatos, no fue el entrenador sino los futbolistas quienes modificaron el rumbo de una noche que prometía ser más cruel de lo que finalmente fue.

– Al único jugador al que quiero referirme individualmente es a Juan Arango. Cada ser humano vive su propio proceso y es imposible que alguien pueda entender lo que afecta o motiva a cada quien. Pero me parece que el 18 vinotinto merece un mejor adiós y la próxima Copa América se antoja como un escenario menos triste que el que el vivido hoy en Pueblo Nuevo. Ojalá reconsidere su postura y nos regale un par de goles de tiro libre antes de marcharse hacia su merecido descanso.

– El final del ciclo se parece mucho a lo que algunos imaginábamos y llegamos a anunciar: guerras, señalamientos, acusaciones y una nula capacidad de reflexión. Alrededor de todas esas manifestaciones no hay una clasificación al mundial que sirva para tapar tanta miseria, pero tampoco existe un fútbol venezolano que haya crecido como anuncian sus vividores. No hay liga, no hay clubes, no hay logros y sí hay muchas deudas, equipos de maletín, ausencia de infraestructura, malos arbitrajes y muy pocos dolientes. Las autoridades seguramente producirán un nuevo circo que desvíe la atención de esta nueva frustración, pero en este pequeño espacio no cabrá excusa alguna que me haga claudicar en unos principios que no se compran ni se prestan.

En fin, a descansar, que el camino apenas comienza.

Fotografía cortesía AFP