Josep Guardiola expresaba en una charla su gusto por protagonizar los partidos: “nuestra manera de entender el juego es de proponer. Yo no espero a que el otro equipo haga algo, no, yo voy por ti. Si ganamos será mérito nuestro y si perdemos será culpa nuestra”. Guardiola no habla de las tonterías que a veces protagonizan las discusiones de café y tampoco pienso hacerlo yo.
Verá usted, mi estimado lector, que no me ocupo de los lugares comunes más manoseados por los especialistas: presión y numeraciones. Prefiero seguir el consejo de Juan Manuel Lillo y recordar que hay que saber de jugadores para así trazar un plan, reconociendo que ese boceto se desmoronará rápidamente gracias a la intervención de los futbolistas. A través de los Arango, Otero, Orozco, Martínez y demás jugadores podemos entender las posibilidades y reconocer que el plan son ellos, los futbolistas.
La hoja de ruta vinotinto para el próximo viernes contará con protagonistas que con sus virtudes y las posibles conexiones que se generen entre ellos nos hacen soñar con una idea inicial de someter al rival, propósito que debe nacer de la libertad que se le otorgue a los futbolistas para que sean ellos mismos y jueguen a lo que ellos saben.
Como dice el entrenador español Oscar Cano, “no se trata de que jueguen como quieran sino partiendo de lo que mejor hacen entre sí”. Esto no es un grito a favor de la anarquía, o mejor dicho, sí, es una consigna en pro de un caos que brote a raíz de las intervenciones que realicen los jugadores con sus compañeros.
Todo el país -a pesar de lo que cree el seleccionador César Farías y su séquito- desea llegar al Mundial de Brasil el próximo año, pero ello ya no depende en exclusiva de un triunfo criollo. Los vinotinto deben entrar al campo sin perder un segundo de su tiempo en algo que no sea conquistar al rival y los espacios; lo que hagan las selecciones de Ecuador y Uruguay escapa de sus manos y por ello no debe ser considerado.
Una de las máximas del Efecto Pigmalión es que hay que plantearse objetivos que sean alcanzables por la fuerza de la propia influencia. Este viernes contra Paraguay, la selección Vinotinto debe solamente concentrarse en su partido, en jugar y dominar un encuentro frente a un rival al cual ya se le ganó en su propia casa. Hay que dominar a los guaraníes ¿Cómo? Haciendo válido el consejo de Cano Moreno: “que los jugadores no sean únicamente sujetos a los que les pasan cosas, sino que también sean sujetos que hacen que pasen cosas”. Jugar promoviendo escenarios en vez de ser simples espectadores. Esa es la clave, ahí está la llave del triunfo.
Columna publicada en el diario Líder el 10 de octubre de 2.013