– Caracas se ha caracterizado por imponerse al rival en el inicio de los partidos o de las segundas mitades, mostrando una alta intensidad para así aprovechar las lagunas que caracterizan a la mayoría de los conjuntos cuando empiezan a reconocer su ubicación en un espacio. Esto, aunque muchos no lo crean, se trabaja en la pretemporada y en la semana.
– Mientras unos van a la playa, algunos recuerdan que el fútbol se juega jugando. El plan de Eduardo Saragó es atacar al rival cuando este se encuentre en su momento de mayor desventaja emocional y futbolística, sin llegar a asumir la titularidad de su terreno propio.
– Manuel Plasencia, zorro viejo, identificó esta virtud de su rival y su instrucción inicial fue que sus futbolistas salieran a buscar en vez de esperar, haciendo difícil que el Caracas diera cuatro pases seguidos en el inicio del juego. Sabe Plasencia que los equipos que se enfrentan a los capitalinos prefieren hacerlo con cautela y que si lo busca en su propia zona se verá sorprendido.
– Saragó es un artista que sabe hipnotizar con su discurso y entiende que no le cuestionarán nada que venga de sus afirmaciones. Que se entienda esto como lo que es: el reconocimiento a una de sus virtudes. Hace poco señaló a Bladimir Morales como el mejor jugador de los tres primeros partidos y hoy es suplente. Caso similar para Quijada y Farías, que según el DT ya se habían ganado la titularidad y hoy vieron el encuentro desde el banco de suplentes.
– No es incoherencia lo del entrenador porque las ideas no son fijas o inalterables, son corrientes que viven un proceso de transformación constante y se nutren de cada ensayo. Lo que si debe considerar el entrenador capitalino es evitar los extremos que caracterizan a sus declaraciones para no crear confusión en sus jugadores.
– Caracas necesita la presencia de Roberto Armúa para que el equipo muestre variantes al juego de los otros futbolistas. Contar con Rómulo Otero, Luis “Cariaco” González y Dany Cure es una invitación a correr al mejor estilo del Zamora de Sanvicente, por ello, el aporte del diez argentino es tan necesario, más aún cuando su pausa puede ayudar a que Javier Guarino no se maree con tanto vértigo a su alrededor. Armúa nos recuerda con su juego que no es lo rápido que se llegue al área rival lo que importa sino la calidad de ese avance.
– A Cure le gusta correr porque sabe que corriendo juega. Corre para recuperar una pelota, para ayudar a los compañeros, para disparar al arco o para meter un centro. Corre para jugar mientras que muchos corren para acumular kilómetros y malas entregas. Pero Cure necesita espacios para desarrollar su juego, algo harto complicado cuando el equipo juegue en el Olímpico.
– El gol de Yorwin Lobo es para los noticieros. En un saque lateral le gana el espacio y la pelota a dos defensores del Caracas y llega hasta la línea de fondo con tal frialdad que nunca cambia su intención ni acelera la ejecución de su plan por la cercanía al precipicio. Así, a un centímetro de la línea de meta, bate al portero con un pase a la red. Golazo y nada más que decir.
– Quiero volver a Armúa y su importancia. No se trata únicamente de la pausa sino de la inteligencia. Si Caracas debe replegarse, el 10 puede recibir la pelota y enviar un pase largo a los rápidos atacantes capitalinos. El intervalo que ofrece Armúa no tiene que ver con lentitud sino con saber elegir dependiendo del lugar que se ocupe, por ello Saragó lo protege y lo cuida, sabe que puede ganar sin él pero nunca jugar tan bien como cuando el argentino está en forma.
– Estudiantes no quiso seguir arriesgando después del gol y eso queda demostrado cuando hasta cuatro jugadores salen a entorpecer, sin efectividad alguna, el intento de centro de Cure. Ese nerviosismo quedó plasmado cuando su arquero, Roberts Rivas, tira la pelota lo más lejos posible en el minuto 39 del primer tiempo, sin darse cuenta que con esa acción no conseguirá la tan ansiada calma que necesitaba el equipo merideño. Caracas toma la pelota y va de nuevo sin que sus compañeros puedan reordenarse.
– Los mismos que aplauden que la Vinotinto juegue con un sólo volante de contención hoy critican al Caracas por adoptar ese módulo táctico, sin reparar en que el fútbol es una actividad colectiva; defienden todos y atacan todos. Cuando un jugador se desentiende de esa dinámica produce un efecto devastador. El problema no es Ricardo Andreutti sino su soledad.
– El miedo a ganar de Estudiantes le permite a Caracas dominar el segundo tiempo sin crear mayores ocasiones de gol. El equipo merideño acumula jugadores cerca de su propia área y con ese temor bloqueó el hacer de Cure que era el mejor jugador del Caracas. Sin espacios, el marabino se estacionó en la banda derecha y su influencia disminuyó alarmantemente. Consciente de ello, Saragó sacó a “Cariaco” para darle entrada a Carabalí y que este último actuara como volante por los costados, para así liberar a Cure.
– Estudiantes olvidó que el resultado se defiende jugando y desde la última parte del primer tiempo se encerró cerca de su área, enterrando la imagen de aquel equipo que supo pelear los primeros compases del encuentro. Ante ese panorama, Caracas sufre pero sabe que tiene las armas necesarias para encontrar el camino al gol, a pesar de que en este partido lo consiguió más por tozudez que por juego.
– El resultado final le conviene más a los de Plasencia porque podrán seguir corrigiendo desde la tranquilidad que ofrece sacar un empate en condición de visitantes. Su presente es muy positivo y la calidad de alguno de sus jugadores los invita a pensar en tiempos acordes a la gloria de esa institución.
– Para Caracas es un pequeño accidente en su hoja de ruta. Los capitalinos deben continuar con la búsqueda de soluciones a problemas que ya vivieron en el torneo anterior y que lo privaron de luchar por el tan ansiado título. Si para hablar de fútbol hay que conocer de jugadores, como dice Juanma Lillo, es pertinente afirmar que Caracas seguirá creciendo, sólo es cuestión de tiempo para que aparezcan las respuestas.