– Pedirle soluciones a la prensa es inútil, no es la labor primordial de esa profesión que en cambio sí debe convertirse en la voz de quienes no tienen voz. Pero en este caso, el pedido y la solución no están en casas diferentes, por lo que trataré de soñar con algunas respuestas que nos ayuden el martes ante Perú.
– No creo que haya que modificar muchos nombres. Salvo la aparición de Tomás Rincón y Alexander González como titulares, el equipo debe ser el mismo. Las mejoras deben nacer de un cambio en la concepción del juego.
– Para ello es necesario recordar aquella máxima de este deporte y de cualquier otro: el triunfo se consigue a partir de la toma de riesgos. En este caso, analicemos lo que eso significa y cómo puede llevarse a cabo por parte de la selección.
– La toma de riesgos es una conducta que está asociada a salir de la zona de confort. Con ella se entiende que para lograr el objetivo se deben propiciar comportamientos alejados de la cotidianidad, es decir, salirse del libreto. La Vinotinto tiene los jugadores necesarios para llevar a cabo esa “evolución” tan necesaria para comprar algo de oxígeno el martes a la noche, pero para que esas variantes existan, estas deben nacer del colectivo y de su convencimiento, de lo contrario, si son impuestas sin mayor reflexión, estas maniobras correrán el riesgo de convertirse en patadas de ahogado.
– ¿Cuales pueden ser algunas de esas modificaciones? Comencemos por la ubicación en el campo de juego. Hay quienes me han señalado que los protagonistas de la victoria ante Paraguay fueron básicamente los mismos jugadores que el viernes cayeron ante Chile, y por ello es que hago énfasis en la intención y la ocupación de otro espacio geográfico distinto al habitual. Esta selección ha sabido presionar cerca de su propia área para así generar contragolpes intensos, pero lo que se sugiere es que mantenga esa misma intensidad veinte metros más arriba; que el bloque se traslade al medio del campo, para que una vez recuperado el balón los jugadores vinotinto estén más cerca del arco rival. Claro que esa conducta se puede realizar mucho más arriba, sería lo ideal, pero ello nos acercaría más a la utopía que a la realidad.
– Pensemos en un equipo corto, con poca distancia entre sus líneas, con los laterales a esa altura que les señalo, jugando – defendiendo y atacando – con la posibilidad de convertirse en opción de pase y desborde. Imaginemos a Arango y a Maestrico con la pelota, levantando la cabeza para elegir socios en vez de tener que conformarse con quien aparezca. Y por consecuencia, a Josef Martínez y a Salomon Rondón moviendose, generando espacios para que estos sean aprovechados por ellos mismos o por sus compañeros, aumentando las probabilidades de pisar el área rival con contundencia.
– No hablo de goles sino de ocasiones. Decía Marcelo Bielsa que lo que se puede entrenar es justamente la construcción de posibilidades, que la efectividad está más emparentada a cuestiones innatas del futbolista mismo. Entonces, revisando los partidos vinotinto, lo que debe hacer la selección es justamente lo que plantea Bielsa: producir acciones ofensivas.
Ahí está, esto puede ser parte de la solución o simplemente convertirse en palabras que se lleve el viento. Eso sí, como no trabajo en “agencias de publicidad” ni veo el futuro, le pido que entienda que lo mío pasa por el juego y no por el pronóstico. No tengo la verdad absoluta, pero si creo, a diferencia del señor de la gorra y sus insultos, que todos podemos aportar soluciones.