Segundo gol del Barcelona ante el Valencia. Presiona Busquets con la ayuda “presencial” de Iniesta. Recuperación y contragolpe blaugrana. No leyó mal mi estimado lector: contragolpe blaugrana.
Hay situaciones que parecen invocar al “Eje del mal“. Una de ellas es que un equipo provoque un contraataque, o contragolpe, como usted lo prefiera, cuando lo que deberíamos revisar es el porqué se produce esa reacción ofensiva y si quien la ejecuta la ha ocasionado, lo cual nos llevaría a una reflexión aún mayor que abarcaría adentrarnos en el modelo de juego. No nos olvidemos que en toda conducta hay algo de intencionalidad y también algo de espontaneidad, pero en el caso que nos ocupa, es harto conocido que el club catalán promueve una cantidad de comportamientos (presión, concentración, solidaridad, etc.) que buscan justamente generar desorientación en el rival para armar un contragolpe.
Todo dependerá – alejándome ya del Barcelona y haciendo más global la afirmación – del lugar en donde se defienda, o mejor dicho, la zona en que se ataque al rival. Si mi equipo prefiere resguardarse cerca de su propia área, la reacción ofensiva tendrá mayores obstáculos en su camino por convertirse en sutuación de peligro por la longitud que debe recorrer el “ladrón del balón” para llegar al arco rival. Pero si por el contrario se apuesta a conquistar el terreno enemigo y no entregar la tierra ocupada, la presión organizada permitirá, una vez recuperada la pelota, estar más cerca de la meta: el gol.
Contraatacar es una reacción, una de las tantas conductas que componen la complejidad del fútbol. Un equipo que diga que se dedicará a jugar solamente al contragolpe ignora las mil variantes de este deporte y se aproxima a su propio fracaso.
En fin, estas dos fotografías del segundo gol del Barcelona hablan por si solas…