Viajes a la nada

Ser o no ser. Ese debería ser el dilema de los clubes venezolanos que año tras año olvidan la importancia de trascender y prefieren ocuparse de menudencias que luego se transformarán en la nada. Es el caso del Deportivo Táchira y su gira por Argentina que tendría que convertirse en un llamado de atención para la dirigencia venezolana.

El equipo de Daniel Farías busca en ese viaje condiciones que le resultan imposibles de conseguir en nuestro país. Estas son: un lugar de concentración con todas las comodidades para los futbolistas, campos de entrenamiento cercanos, rivales que sirvan de sparring y, por supuesto, una paz que permita al jugador concentrarse exclusivamente en su preparación. En un mundo ideal, estas posibilidades deberían formar parte del patrimonio de los clubes, pero ya sabemos que no es así.

Hace un año Marcelo Bielsa, DT del Athletic Club de Bilbao, armó un escándalo de proporciones indescriptibles – que incluyó una auto denuncia por agresión – porque los terrenos del equipo español, donde planeaba realizar la pretemporada, no estaban aptos para su uso. A pesar de ello, pudo llevar a cabo la etapa previa a la competencia en esas instalaciones, ahorrándole una considerable suma de dinero al equipo vasco. Por el contrario, los clubes venezolanos no entienden la importancia de poseer un espacio propio y por ello invierten en viajes a la nada, entendiéndose ésta como pan para hoy y hambre para mañana.

La planificación y el desarrollo pasan por la correcta inversión de los recursos. No me refiero a la compra de un estadio sino a la adquisición de terrenos que luego se transformen en canchas de entrenamiento. No se explica que grandes equipos como Táchira, Estudiantes y Mineros no cuenten con esas posibilidades, lo que sin duda es sinónimo de que sus dirigentes prefieren quedarse viendo el árbol que tapa el bosque en vez de aumentar el patrimonio de esas instituciones. Por ello, la imposición de Noel Sanvicente al Zamora de conseguir espacios propios es tan notoria como loable.

Se que vivimos en un fútbol en el que aún nos siguen engañando con la inauguración de un Centro de Alto Rendimiento que se ha convertido en un elefante blanco, y por ello, bien vale recordar al periodista argentino Dante Panzeri cuando se rebelaba ante la incompetencia: “yo no pretendo arreglar el fútbol ni el país ni el mundo. Sólo pretendo que, los que mandan y están para eso, intenten arreglarlos. Y, si no quieren arreglarlos, o no saben o no pueden, me conformo con que se sepa que yo no estoy desarreglado ni doy mi conformismo ni resignación a ese desarreglo”.

Columna publicada en el diario Líder el 01 de agosto de 2.013