Martí Perarnau, con la claridad que lo caracteriza, recordaba en un artículo del seis de diciembre de 2.011 que durante la Segunda Guerra Mundial, la fuerza aérea británica consultó al matemático Abraham Wald acerca de la existencia de una fórmula que redujese la cantidad de bajas. Una vez examinados los aviones y sus “heridas”, Wald sugirió “mejorar el blindaje de los aviones justo en los lugares en los que estos no habían sido alcanzados”. Podríamos decir que la propuesta era contracultural porque contrariaba la lógica de los expertos en materia militar.
El domingo catorce de julio César Farías expresó al diario El Universal que ha llegado el momento de la innovación. Hizo énfasis en que superadas varias etapas, este momento es el preciso para aplicar algunas novedades que según su criterio van a ser decisivas en la consecución de la meta final: clasificar al mundial Brasil 2.014
Sin duda alguna que el discurso de Farías contrasta con lo que ha sido el andar de la Vinotinto en estas eliminatorias, ya que se trata de un grupo que ha aceptado y representado un modelo de juego bastante definido sin reparar en gustos ni críticas. Sorprende que justo cuando Venezuela se juega por primera vez el boleto al mundial, el capitán del barco decida realizar modificaciones a la hoja de ruta que ha permitido al equipo llegar a estas instancias. No quiere decir esto que dichos cambios sean necesariamente negativos, pero no parece ser el momento adecuado para implementarlos, sobre todo si se tiene en cuenta que por los momentos no hay en el horizonte un partido amistoso que sirva para calificar esas mejoras.
Jugar un partido de preparación no es garantía de nada, y seguramente esa afirmación formará parte de las excusas que la FVF esgrimirá cuando llegue el momento. A pesar de ello, bien vale la pena reflexionar acerca de la utilidad de un duelo exploratorio en estos momentos. Un sólo juego quizás no sea prueba suficiente para las innovaciones que anuncia Farías, pero sin duda que jugar 90 minutos es mejor que no hacerlos, y es ahí donde el seleccionador nacional debería considerar si mantiene en su planificación llevar a cabo esas vueltas de tuerca o si conviene hacerse fuerte en aspectos que ya han sido probados.
“Wald, fundador del análisis secuencial, tuvo razón en la cuestión de los bombarderos británicos; no eran sus puntos débiles los que había que reforzar sino los fuertes”. El consejo del matemático Wald, a través las letras de Perarnau, puede ser de utilidad en un momento como éste en el que más vale malo conocido que bueno por conocer.
Columna publicada el jueves 25 de julio de 2.013 en el diario Líder en deportes